Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas?
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestros cuerpos lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia s6lo.
Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
jamás conoceremos lo que es una mujer
en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos,
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz par nosotros,
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande ...
Ya ves que por nosotros es sonara la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla ...
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
José Mª Valverde (1926-1996)
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestros cuerpos lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia s6lo.
Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
jamás conoceremos lo que es una mujer
en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos,
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz par nosotros,
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande ...
Ya ves que por nosotros es sonara la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla ...
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
José Mª Valverde (1926-1996)
Ay qué dolor de poesía. Pero, ¿por qué duele tanto? Maravilla entenderlo a través de este grande, maravilla de la concepción trovadoresca inundando el alma. ¿Qué poder cósmico alumbra la poesía?
ResponderEliminarY duele, ¡qué viva ese dolor mil veces y este blog!
¡Y el profe maravilla!