martes, 29 de septiembre de 2009

Waits, Tom. Los fantasmas del sábado noche.

Un taxi peina la serpiente intentando agenciarse esa última carrera

de la noche

y un marinero solitario que gasta los hechos de su vida
como calderilla con desconocidos
palpa el bolsillo interior de su zamarra
en busca de unos bienvenidos veinticinco centavos
y la última colilla retorcida de un paquete de Kents
mientras sueña con una camarera con ojos de Nescafé
y muslos de mermelada, de pelo amarillo revuelto
su nombre tachonado de falsos diamantes dice: "Irene"
mientras se aparta los mechones de rubia agua de fregar

de los ojos


y el faro Texaco ilumina al empleado con cinturón de acero
con un "oferta en correas y válvulas"...
gritando "llénelo y comprueba ese aceite"
"sabe, puede que sea un distribuidor o bien una bobina"


la última edición de la madrugada está en las estanterías
y el llorón de la ciudad llora con monedas en las manos
salchichas envueltas en bacón
sesenta y nueve centavos huevos dados la vuelta
y un paquete de Kents
dos huevos pochados sobre una salchicha
puedes hundirlos y hasta dentro
patatas a lo pobre, patatas a lo pobre
sabes que no puedo llegar tarde

y el primer amanecer casca una alfombra de diamantes
sobre un terreno sembrado de coches al contado
lleno de Coupes Devilles crepusculares
dejando la ciudad en las manos del que barre
los fantasmas del sábado noche.

Tom Waits

1 comentario:

  1. Además de su voz privilegiada, un sentimiento hondamente desgarrado el de Tom Waits. Gran creador de ambientes y de figuras fantasmales, sobre todo las del alma.
    Besazos, profe.

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