Homenaje a G.K. Chesterton.
En mi primer recuerdo broto la historia. Si lo pienso,
una quijada mfa perpetro el primer crimen.
¡Zas! y la sangre inocente de Abel manchó la yerba
fresca, recien segada del Edén.
Mi vida se sucede en una anónima cofradfa de hermanos
que en hilera construyen los zigurats de Ur,
palacios en Persépolis,
mastabas de escribanos de Amenofis II.
Una tarde en el Nilo bebf la misma agua
que acariciaba el cuerpo desnudo de la reina.
Con el pueblo judío atravese el mar Rojo.
Mil y un soles me han visto surcar el mapa mundi.
Paciente, atareado, de ojo agudo,
en mi lomo he llevado profetas, generales,
trigo, mujeres, rifles, cartas de amor, tesoros.
Di mi aliento al Mesías y con Él saludé a la turba radiante
que extendía sus vestidos a mi paso
por las callejas de Jerusalen.
Llevado, traído, vapuleado, roto. Soy viejo con el mundo,
su arrugado pellejo. Su suerte se confunde con la mía:
nunca nadie ha querido dar mi nombre a una estrella.
José Julio Cabanillas (1958-)
En mi primer recuerdo broto la historia. Si lo pienso,
una quijada mfa perpetro el primer crimen.
¡Zas! y la sangre inocente de Abel manchó la yerba
fresca, recien segada del Edén.
Mi vida se sucede en una anónima cofradfa de hermanos
que en hilera construyen los zigurats de Ur,
palacios en Persépolis,
mastabas de escribanos de Amenofis II.
Una tarde en el Nilo bebf la misma agua
que acariciaba el cuerpo desnudo de la reina.
Con el pueblo judío atravese el mar Rojo.
Mil y un soles me han visto surcar el mapa mundi.
Paciente, atareado, de ojo agudo,
en mi lomo he llevado profetas, generales,
trigo, mujeres, rifles, cartas de amor, tesoros.
Di mi aliento al Mesías y con Él saludé a la turba radiante
que extendía sus vestidos a mi paso
por las callejas de Jerusalen.
Llevado, traído, vapuleado, roto. Soy viejo con el mundo,
su arrugado pellejo. Su suerte se confunde con la mía:
nunca nadie ha querido dar mi nombre a una estrella.
José Julio Cabanillas (1958-)
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