jueves, 9 de julio de 2009

Morales, Rafael. El poema


He aquí que voy escribiendo
huellas de un caminante
hacia el olvido,
palabras que se quedan
yertas sobre el papel.
Sólo un silencio azul
tras el leve rumor de la escritura,
aventura florida,
muerta al tocar la luz.

Voy dejando mi vida
sobre el breve refugio
del papel sorprendido,
sola en la soledad
de los renglones,
muerta en un mapa
de heladas cicatrices.

Lector,
hermano mío,
necesito tus ojos
y tu voz
y tu sangre
para vivir de nuevo
tras la pequeña muerte
que habita mi poema.

Rafael Morales (1919-2005)

Lee más poemas de este autor aquí

miércoles, 8 de julio de 2009

García Lorca, Federico. Los cuatro muleros.


1

De los cuatro muleros
que van al campo,
el de la mula torda,
moreno y alto.

2

De los cuatro muleros
que van al agua,
el de la mula torda
me roba el alma.

3

De los cuatro muleros
que van al río,
el de la mula torda
es mi marío.

4

¿A qué buscas la lumbre
la calle arriba,
si de tu cara sale
la brasa viva?

Federico García Lorca (1898-1936)



martes, 7 de julio de 2009

De Otero, Blas. Hombre.


Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

De "Angel fieramente humano"

(Comentario del poema)

Blas de Otero (1916-1979)

Escucha la versión de Laguna:


Otros enlaces de interés:

(Lee más poemas de Blas de Otero en poesía-inter.net)
(Lee y escucha poemas de Blas de Otero en La Palabra Virtual)

lunes, 6 de julio de 2009

Felipe, León. Como tú, piedra pequeña.

Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...

(De "Versos y oraciones del caminante")

León Felipe (1884 - 1968)

(Escucha la versión musicada de Paco Ibáñez)


domingo, 5 de julio de 2009

Gala, Antonio. Tú me abandonarás en primavera.



Tú me abandonarás en primavera,
cuando sangre la dicha en los granados
y el secadero, de ojos asombrados,
presienta la cosecha venidera.

Creerá el olivo de la carretera
ya en su rama los frutos verdeados.
Verterá por maizales y sembrados
el milagro su alegre revolera.

Tú me abandonarás. Y tan labriega
clareará la tarde en el ejido,
que pensaré: Es el día lo que llega.

Tú me abandonarás sin hacer ruido,
mientras mi corazón salpica y juega
sin darse cuenta de que ya te has ido.

Antonio Gala (1936-)

Escucha el poema recitado por el propio autor:



Y cantado por Clara Montes:


sábado, 4 de julio de 2009

De Cetina, Gutierre. Ojos claros

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

Gutierre de Cetina (1520-1554?)


viernes, 3 de julio de 2009

Bautista, Amalia. Al cabo.


Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.

Amalia Bautista (1962- )

Escucha el poema recitado por la propia autora

Anónimo. Romance de Gerineldo.

(Versión de Joaquín Díaz
(Descárgate toda la discografía de Joaquín Díaz)


- Gerineldo, Gerineldo,
mi caballero pulido:
quien te pudiera tener
tres horas a mi servicio.
- Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
- No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
Al dar el reloj las doce,
Gerineldo se ha vestido.
Calza zapatos de seda
para andar sin ser sentido.
Tres vueltas le da al palacio,
otras tantas al castillo.
- Abridme, - dijo - señora,
abridme cuerpo garrido.
- ¿Quién sois vos el caballero,
que así llamáis al postigo.
- Gerineldo soy, señora,
vuestro tan querido amigo.
Le ha cogido de la mano
y en su cuarto le ha metido
y entre juegos y caricias
los dos se quedan dormidos.
Ha despertado el buen rey,
tres horas del sol salido.
Tres veces había llamado,
ninguna le han respondido.
- Gerineldo, Gerineldo,
mi camarero pulido:
o con la infanta dormías,
o el alcázar me has vendido.
Toma la espada en su mano,
de gran cólera encendido,
y al subir de una escalera
les ha pillado dormidos.
- No te mato, Gerineldo,
que te crié desde niño;
y si mato a la princesa
tengo mi reino perdido.
Puso la espada por medio,
porque sirva de testigo,
y al despertar la pincesa,
la espada del rey ha visto.
- Despertaros, Gerineldo,
que ya era de sentido,
que la espada de mi padre
de nuestro yerro es testigo.
Gerineldo va a su estancia;
le sale el rey de improviso.
- Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido.
- Del jardín vengo, señor,
de coger flores y lirios
y la rosa más fragante
mis colores ha comido.
- Mientes, mientes, Gerineldo,
que con la infanta has dormido.
Testigo de ello mi espada,
en su filo está el castigo.
Anónimo.

(Un análisis muy interesante de este romance en CVC:
Análisis psicocrítico del Romance de Gerineldo
de José Luis Alonso Hernández)

jueves, 2 de julio de 2009

Machado, Antonio. Proverbios y cantares.


IV

Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

X

La envidia de la virtud
hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.

XXIII

No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.

XXI

Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.

XLI

Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.

Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Antonio Machado (1875-19399

Escúcha la versión de Paco Ibáñez

miércoles, 1 de julio de 2009

García Lorca, Federico. Panorama ciego de Nueva York



Si no son los pájaros
cubiertos de ceniza,
si no son los gemidos que golpean las ventanas de la boda,
serán las delicadas criaturas del aire
que manan la sangre nueva por la oscuridad inextinguible.
Pero no, no son los pájaros,
porque los pájaros están a punto de ser bueyes;
pueden ser rocas blancas con la ayuda de la luna
y son siempre muchachos heridos
antes de que los jueces levanten la tela.
Todos comprenden el dolor que se relaciona con la muerte,
pero el verdadero dolor no está presente en el espíritu.
No está en el aire ni en nuestra vida,
ni en estas terrazas llenas de humo.
El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas
es una pequeña quemadura infinita
en los ojos inocentes de los otros sistemas.
Un traje abandonado pesa tanto en los hombros
que muchas veces el cielo los agrupa en ásperas manadas.
Y las que mueren de parto saben en la última hora
que todo rumor será piedra y toda huella latido.
Nosotros ignoramos que el pensamiento tiene arrabales
donde el filósofo es devorado por los chinos y las orugas.
Y algunos niños idiotas han encontrado por las cocinas
pequeñas golondrinas con muletas
que sabían pronunciar la palabra amor.
No, no son los pájaros.
No es un pájaro el que expresa la turbia fiebre de laguna,
ni el ansia de asesinato que nos oprime cada momento,
ni el metálico rumor de suicidio que nos anima cada madrugada.
Es una cápsula de aire donde nos duele todo el mundo,
es un pequeño espacio vivo al loco unisón de la luz,
es una escala indefinible donde las nubes y rosas olvidan
el griterío chino que bulle por el desembarcadero de la sangre.
Yo muchas veces me he perdido
para buscar la quemadura que mantiene despiertas las cosas
y sólo he encontrado marineros echados sobre las barandillas
y pequeñas criaturas del cielo enterradas bajo la nieve.
Pero el verdadero dolor estaba en otras plazas
donde los peces cristalizados agonizaban dentro de los troncos,
plazas del cielo extraño para las antiguas estatuas ilesas
y para la tierna intimidad de los volcanes.
No hay dolor en la voz. Sólo existen los dientes,
pero dientes que callarán aislados por el raso negro.
No hay dolor en la voz. Aquí sólo existe la Tierra.
La tierra con sus puertas de siempre
que llevan al rubor de los frutos.

Federico García Lorca (1898-1936)