Pude haber sido un árbol, bajo el cual
tú te habrías recostado cuando yo no te conocía,
habría hecho oscilar dulcemente una de mis ramas, casi al azar,
para besar tus ojos.
Habría sido quizás una hoja blanca,
sobre la cual te hubieses inclinado pensando en silencio
y yo habría besado, mientras tú dibujabas,
el mármol
de tu mano desnuda.
Hubiese podido ser un muro,
un muro
a la sombra del cual
estaría con otro, no conmigo...
Y yo con gran dolor
me hubiera derrumbado
ante tus ojos pálidos de espanto.
Eugen Jebeleanu (1909-1991)
tú te habrías recostado cuando yo no te conocía,
habría hecho oscilar dulcemente una de mis ramas, casi al azar,
para besar tus ojos.
Habría sido quizás una hoja blanca,
sobre la cual te hubieses inclinado pensando en silencio
y yo habría besado, mientras tú dibujabas,
el mármol
de tu mano desnuda.
Hubiese podido ser un muro,
un muro
a la sombra del cual
estaría con otro, no conmigo...
Y yo con gran dolor
me hubiera derrumbado
ante tus ojos pálidos de espanto.
Eugen Jebeleanu (1909-1991)
--3.jpg)
Magnífico descubrimiento...a partir de ahora Eugen Jebeleanu, formará parte de mí.
ResponderEliminarPrecioso!!!!!!!!!!
Tanto se agradece amigo, infinitos abrazos!
Este poema es demasiado. Ese árbol humano, que se derrumba de dolor. Ay que no puedo. También yo lo descubro.
ResponderEliminarCómo me ha gustado. Hay que ver, profe, un día de éstos estallamos en versos... Besitos.
No tengo más palabras que las ya dichas, comparto la opinión de Elena, a la vez que te agradezco, al igual que a otros amigos, que me vayan sacando poco a poco de mi pozo, llamado ignoráncia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Isabel
He pasado por aquí gracias a psicoisapecat y ella tiene razón: este es un bello blog. Las poesías están muy bien escogidas. Seguiré transitando por estos versos.
ResponderEliminarUn saludo,
Martha