Uno no sabe nada de esas cosas
que los poetas, los ciegos, las rameras
llaman misterio, temen y lamentan.
Uno nació desnudo, sucio,
en la humedad directa,
y no bebió metáforas de leche,
y no vivió sino en la tierra
(La tierra que es la tierra y es el cielo
como la rosas rozadero piedra).
Uno apenas es una cosa cierta
que se deja vivir, morir apenas,
y olvida cada instante, de tal modo
que cada instante, nuevo lo sorprenda.
Uno es algo que vive,
algo que busca pero encuentra,
algo como hombre o como Dios o yerba
que en el duro saber lo de este mundo
halla el milagro en actitud primera.
Fácil tiempo ya, fácil la muerte,
fácil y rigurosa y verdadera
toda intención de amor que nos habita
y toda soledad que nos perpetra.
Aquí esta todo, aquí. Y el corazón aprende
-alegría y dolor-toda presencia;
el corazón constante, equilibrado y bueno,
se vacía y se llena.
Uno es el hombre que anda por la tierra
y descubre la luz y dice: es buena,
la realiza en los ojos y la entrega
en la rama del árbol, al río, a la cuidad,
al sueño, a la esperanza y ala espera.
Uno es ese destino que penetra
la piel de Dios a veces,
y se confunde en todo y se dispersa.
Uno es el agua de la sed que tiene,
el silencio que nuestra lengua,
el pan, la sal, y la amorosa urgencia
de aire movido en cada célula.
Uno es el hombre-lo han llamado hombre-
que lo ve todo abierto, y calla y entra.
Jaime Sabines (1926-1999)
que los poetas, los ciegos, las rameras
llaman misterio, temen y lamentan.
Uno nació desnudo, sucio,
en la humedad directa,
y no bebió metáforas de leche,
y no vivió sino en la tierra
(La tierra que es la tierra y es el cielo
como la rosas rozadero piedra).
Uno apenas es una cosa cierta
que se deja vivir, morir apenas,
y olvida cada instante, de tal modo
que cada instante, nuevo lo sorprenda.
Uno es algo que vive,
algo que busca pero encuentra,
algo como hombre o como Dios o yerba
que en el duro saber lo de este mundo
halla el milagro en actitud primera.
Fácil tiempo ya, fácil la muerte,
fácil y rigurosa y verdadera
toda intención de amor que nos habita
y toda soledad que nos perpetra.
Aquí esta todo, aquí. Y el corazón aprende
-alegría y dolor-toda presencia;
el corazón constante, equilibrado y bueno,
se vacía y se llena.
Uno es el hombre que anda por la tierra
y descubre la luz y dice: es buena,
la realiza en los ojos y la entrega
en la rama del árbol, al río, a la cuidad,
al sueño, a la esperanza y ala espera.
Uno es ese destino que penetra
la piel de Dios a veces,
y se confunde en todo y se dispersa.
Uno es el agua de la sed que tiene,
el silencio que nuestra lengua,
el pan, la sal, y la amorosa urgencia
de aire movido en cada célula.
Uno es el hombre-lo han llamado hombre-
que lo ve todo abierto, y calla y entra.
Jaime Sabines (1926-1999)
Un poema con un contenido cierto, realista.
ResponderEliminarInteresante en su reflexión.
Isabel